Hay cosas que uno simplemente sabe por que sabe. La mayoría de ellas, las aprendiste de tu familia. En mi casa aprendí, sin darme cuenta, a relacionarme de forma amable y educada con los demás, a tener siempre una sonrisa, a perseguir lo que quieres y a trabajar en lo que te gusta, entre muchas otras cosas; esta receta es una de esas.
Hay algo en el pudín de chocolate que lo hace súper reconfortante. Si estoy decaída por una gripe o siento que tengo el mundo encima por cualquier cosa, mi mamá me hace este pudín y siempre me siento mejor, desde que era pequeña ha funcionado. ¿Un corazón roto?, el mejor remedio!; ¿enamorar a alguien?, la mejor manera!; ¿consentir a alguien enfermo? la mejor cura!. Hay muy pocas cosas que una taza de pudín no pueda solucionar